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Lakshmi, "La Diosa de la abundancia y la belleza". Desde el día que vi su imagen por ahí del 2012, quedé asombrada por su belleza y la energía que me transmitía.
Después de muchas historias entre música, conciertos, viajes, fiestas y excesos, decidí tomar otro camino y comencé a practicar yoga. La práctica fue mi ancla en aquellos tiempos, mi talismán, mi lugar seguro.
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¿Sabías que después de dedicarme a la música tenía una estética? Sí, tenía un negocio de belleza; me dedicaba a maquillar, peinar, teñir y toda la cosa. Y se llamaba ¡LAKSHMI! 😍😍 Este negocio me enseñó muchísimo: disciplina, organización, administración, puntualidad. Me preparó para que en un futuro pudiera hacerme cargo de mi estudio de yoga. Siempre sentí en todo mi ser que iba a ser maestra de yoga. Me visualizaba con mi estudio, mis alumnos y un gran anuncio que dijera: LAKSHMI YOGA STUDIO. La vida me fue preparando.
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Mientras atendía citas de maquillaje, practicaba yoga y meditación. Las horas en la estética eran largas y a veces también trabajaba los domingos. Fue pesado, pero siempre me he considerado una persona muy creativa, así que al mismo tiempo lo disfrutaba. Después de un tiempo, comencé mi primera certificación como maestra de yoga, las famosas 200 horas, y ahí estaba yo, la primera en llegar siempre, muy cumplida con mis tareas y deberes. Como nunca fui a la universidad , esto para mí era en serio. Era mi oportunidad de aprovechar y aprender. Cada momento lo tomé como una licenciatura, haha. Y ahí estaba yo, graduándome como toda una maestra de yoga en noviembre de 2019, si no me equivoco.
Para entonces, como buena practicante lista para salir a compartir, ya estaba dando clases antes de graduarme en el Consulado Americano aquí en Monterrey. O sea, no bastaba con que aún no me había certificado, ¡sino que hasta en inglés estaba guiando clases! 😅
Para enero de 2020, ya había vendido la sala de mi casa, el comedor, las sillas, etc., para poner mi primer Shala (estudio de yoga). Me instalaron duela, puse plantas, mi altar y ambienté todo para estar a gusto. Comencé en mi salita, donde difícilmente cabíamos cinco personas. Abrí tres horarios (8 am, 6:45 pm y 8:00 pm) y, ¡pues se llenaron! OMG! Me pedían más horarios , pero yo no tenía donde recibir a más alumnos . Así estuve hasta Marzo de 2020, y adivinen qué. Se vino la pandemia. ¡Wee! Dije, no mms: A mí no me enseñaron a dar clases online en mi entrenamiento, ¿y ahora qué hago? Como en todo, empecé a moverme. Bajé el codiciado Zoom, abrí un grupo privado en Facebook y hasta mi página web. Yo, muy pro (como siempre), y así comencé con mi odisea de las clases online.
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Estuve así hasta Octubre de 2020, cuando se dio la oportunidad de abrir mi primer Shala (en un local) aquí en Santa Catarina. Mientras algunos cerraban sus negocios, yo estaba abriendo el mío 🙏🏻🪷💖. Bendecida y agradecida, practicábamos con nuestra “sana distancia”, cubrebocas y todo el material que necesitábamos para estar “seguros”. Bueno, las clases se llenaban en los tres horarios presenciales, más las clases online que ya tenía con alumnos en otros estados y países. Y ahora que lo pienso y haciendo cuentas, daba como 16 clases a la semana 😳. ¡Imagínate! Me encantaba ver a los practicantes disfrutando, sanando, aprendiendo, y ahí comenzó la comunidad LAKSHMI YOGA STUDIO...
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¡Espera la siguiente parte!
-Emmeri Lakshmi💖
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